A día de hoy, Warhammer sigue siendo el wargame más extendido y conocido entre los aficionados y hemos de agradecer a la asociación Gea el haber hecho posible que nos viésemos en el papel de una de las miniaturas del ejército y haber tenido la oportunidad de luchar por la supervivencia del Imperio o la supremacía del Caos.
En conjunto resultó ser una partida muy divertida, en la que predominó el combate pero que tuvo también partes interpretativas geniales, con el añadido de giros argumentales imprevistos. Por no hablar de las magníficas caracterizaciones de la mayoría de los jugadores de ambos bandos y su ejemplar participación, de los muchos ejemplos que podría poner, quiero destacar a los simpáticos danzarines espadachines imperiales, los vómitos de aprobación inspirados por Nurgle a sus seguidores, los gemidos de los heridos cuando el Herlado de Slaanesh convertía su dolor en placer… Creo que casi todos los que estuvimos allí repetiríamos sin dudar, lo recomendaríamos a cualquier aficionado y deseamos que se convierta en una cita anual.
Además, quiero destacar el cuidado por parte de la organización en mantener la igualdad entre los bandos tanto en la cuestión numérica como modificando determinadas ventajas como la curación. Es evidente para cualquiera que no es fuente de diversión para nadie que el equipo en el que está sea vapuleado sistemáticamente, recordemos que el objetivo de todas estas actividades es pasárselo bien y q cuando nos vamos a casa lo de menos es que facción haya ganado. Incluso, muchos tenemos amigos en el ejército enemigo y esperamos que disfruten tanto como nosotros.
Como aspectos a pulir yo destacaría en primer lugar, mejorar la fluidez, hubo demasiados tiempos muertos entre los combates aunque la toma de decisiones entre un número muy limitado de personajes y la distribución de órdenes a través de una férrea cadena de mando facilitaron mucho las cosas y fue uno de los puntos fuertes de la partida.
Y en segunda posición, deberían tratar de evitarse las largas caminatas, o si se hacen buscar un modo de integrarlas como parte de la historia, con la excusa de un desfile, una peregrinación... No hay que olvidar que muchos portan pesadas armaduras y se está pidiendo un esfuerzo físico adicional que, frecuentemente resulta incomprensible para la mayoría.
Con respecto al reglamento me pareció bastante bueno y razonable y se aplicó bien sin cuestiones reseñables. Sin embargo, discrepo levemente en algunos puntos. Por ejemplo, en el tema de las armas a dos manos de hasta 1,80 metros haciendo dobles. Pienso que, pasando de cierta distancia, en este caso a partir de 1,40 o así, ya se gana suficiente ventaja con el incremento de la longitud y, por tanto, debería contar como un golpe normal. Aunque, en la práctica, los que portaban este tipo de armas llevaban martillos o hachas y las sujetaban de tal manera que no se aprovechaban de este exceso de medida y los combates fueron justos.
Como sorprendente novedad en este tipo de eventos, Gea apostó por liberalizar el tamaño de los escudos, reduciendo cualquier indicación sobre talla y forma a lo que cada no considerase lógico. El resultado fue que se podía haber hecho todo un catálogo de escudos incluyendo casi cualquier dimensión, aspecto, factura, calidad… y ninguno de ellos buscaba exprimir la regla rozando la trampa sino que contribuían enormemente, en muchos casos, a completar el atrezzo de los personajes.
Respecto a negar la posibilidad de estocar, ahí sí que me posiciono radicalmente en contra. Las armas tienen que ser seguras al 100 % y tener una punta flexible siempre, porque que lo prohíba una regla no impide que se pueda producir un accidente. Y quien está acostumbrado a combatir con una espada difícilmente se puede acostumbrar a que puntualmente no tiene la posibilidad de hacer determinados movimientos que le son habituales.
Por último, llevo ya bastante tiempo pensando que si bien la mayoría de los hechizos deben ser simplemente verbales y que con comunicar de palabra al interesado los efectos que va a sufrir es suficiente (ceguera, miedo…), no así los que producen puntos de daño. Si partimos del supuesto de que serían proyectiles mágicos, existe la posibilidad de que fallen el blanco o impacten en otro, se requeriría de ingredientes para conjurarlos, concentración… por tanto lo lógico, a mi modo de entenderlo, sería que tirasen algún tipo de arma arrojadiza. Algo que también contribuiría a evitar el tan frecuente efecto ametralladora que convierte a algunos jugadores no combatientes en seres todopoderosos capaces de acabar con todo un batallón con apenas tres palabras. Además de que el listado de hechizos, efectos y condiciones siempre debería de ser de público conocimiento.
Y ahora para terminar os incluyo lo que he podido descifrar de la crónica de la campaña recopilada por uno de los Escribas Azules que he conseguido robarles cuando no miraban:
“Archaon una vez más mostró su poder y su clemencia con aquel caudillo que osó enfrentarse a él tras su fracaso. Todos pudimos leer en su rostro que jamás cometería ese error por segunda vez de modo que el Señor del Fin de los Tiempos le dejó marchar.
La invasión continuaba imparable demostrando que, efectivamente, Archaon era el hijo predilecto de los dioses del Caos y que gozaba de su favor como nunca otro lo hiciera antes. Esto enfurecía a Be’lakor, el que fue el primer mortal que recibiese el regalo de la inmortalidad al impresionar a los dioses pero que fue castigado duramente por su arrogancia, siendo despojado de su corporeidad y obligado a coronar al nuevo caudillo con la Corona de la Dominación, que él ya nunca podría portar. Aprovechando la ausencia del Señor engañó a los Heraldos para que le ayudasen a realizar un ritual impío que le ayudaría a lograr entrar en un cuerpo y así poder escapar de su maldición. Sin embargo, las huestes imperiales al mando de Luthor Husss irrumpieron y desbarataron la ceremonia antes de su conclusión y frustraron sus designios. Cuando Archaon logró romper el cerco el cobarde demonio huyó y abandonó a los Heraldos para que fuesen castigados por su Señor.
Sin embargo, sus atrocidades no terminaron ahí. Las huestes del Caos necesitaban refuerzos y Be’lakor hubo de ser llamado de nuevo para ejecutar una nueva liturgia junto con los magos y Heraldos que permitiese romper las barreras entre los mundos y abriese un portal de entrada de los demonios al plano corpóreo. Los esfuerzos de los ejércitos del Imperio por evitarlo resultaron infructuosos. Con un sonoro crujido, la brecha se abrió y un tropel de Diablillas de Slaanesh, Horrores de Tzeench, Portadores de la Plaga de Nurgle, Desangradores de Khorne y una miríada más de criaturas caóticas mancillaron el territorio imperial con sus pezuñas y tentáculos. No quedó rastro de vida tras sus pasos.
La aplastante derrota sufrida por los imperiales, lejos de desanimarles, sirvió como acicate para que Luthor Huss redoblase sus esfuerzos en la búsqueda del elegido de Sigmar y al fin, halló a Valten. Mas todos sus afanes resultaron en vano ya que su adorado adalid terminó aplastado bajo las botas del Señor del Fin de los Tiempos y su Martillo Dorado fue otro de los trofeos que adornan ahora el Altar del Caos.
Pero no todo fue regocijo y saqueo entre las filas del Caos ya que el malvado Be’lakor logró infiltrar su ponzoña entre algunas tribus bárbaras que se sentían minusvaloradas en el ejército. Varios caudillos se aliaron y planearon asesinar a Archaon, creyendo que la euforia le haría bajar la guardia pero no fue así. El complot fracasó y las tribus responsables fueron masacradas sin piedad por los Elegidos salvo uno. El resto de los pueblos bárbaros se unieron bajo el liderazgo de una carismática nueva caudilla que logró mantener tan alta la moral de sus tropas que su estandarte jamás cayó en manos enemigas.
Un bárbaro adorador de Khorne, el último superviviente de los suyos, se hallaba luchando ferozmente con uno de los Elegidos de Slaanesh, sangraba por múltiples heridas y ya se encontraba al borde de la muerte cuando el Heraldo de Slaanesh recibió un mensaje de su caprichoso dios que le ordenaba salvarlo. Detuvo la mano de su subordinado a tiempo de evitar el golpe final y selló un pacto por el que aquel mortal renunciaba a su antigua divinidad para consagrar todos sus esfuerzos a partir de entonces a la mayor gloria del Príncipe Negro.
Cuando la noticia de que sus órdenes de terminar con la vida de todos los miembros de las tribus traidoras habían sido desobedecidas, la ira de Archaon fue de tal magnitud que tembló la tierra. Inmediatamente mandó llamar a su presencia a todos los Heraldos y sometió al bárbaro a juicio. El Heraldo de Khorne inmediatamente exigió la cabeza de aquel hombre, para contribuir a la pirámide de cráneos que adorna el trono de su dios y el de Nurgle le apoyó. Sin embargo, el Heraldo de Slaanesh, apoyado por todas sus huestes se mostró firme en su decisión y amenazó con graves consecuencias para todos si se oponían a la voluntad de su deidad. Tal era su resolución que el Heraldo de Tzeench se puso de su lado y ante esto, el Señor del Fin de los Tiempos consideró que la vida de ningún hombre merecía el riesgo de un enfrentamiento interno. El bárbaro fue consagrado como guerrero del Caos bajo la advocación de Slaanesh y todos volvieron a dedicar su atención de nuevo a la invasión.”
Canción de Tyko , compuesta para el evento.
Vídeo sobre la canción y el evento.
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